Kirkit Ensemble, a capella
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- Categoría: Aclárate la voz
- 16 Jun 2012
- Escrito por Juan Carlos Garaizabal
Kirkit es el nombre elegido por un grupo de cinco mujeres que han ido entretejiendo los hilos de su voz para cantar. placer por cantar y transmitir ese disfrute a quienes les escuchan. Cantar artesanalmente, a capella. Todo comenzó como un deseo intimo de Bettina Aragón Hillemann. Una idea acariciada en el tiempo que fue encontrando compañeras de viaje que con sus voces están dando forma a Kirkit Ensemble a capella; la emoción de Ohiana, la rebeldía de Ana Miren, la picardía de Elena, el respaldo contenedor de Bettina, la sensibilidad en la urdimbre de las voces de Angelika. Voces de mujeres que se unen para transmitir historias en idiomas cercanos y lejanos, algunos con sonidos casi imposible de memorizar; mujeres que se unen para cantar canciones de estilos dispares que nada tienen que ver entre sí pero, que ellas se encargan de tejer y traer a sus voces y a su realidad como grupo; unas mujeres que se reúnen por el placer de cantar y transmitir ese disfrute a quienes les escuchan con un instrumento de su voz. La voz, el instrumento de comunicación oral y musical primario, personal, directo e intuitivo por excelencia en la historia de la humanidad. Y esas voces pasan por aquel puente sobre aguas turbulentas del mítico dúo, por un pez en el agua de Nina Hagen, por aleluyas georgianas, fiestas africanas, intimas emociones vascas, conjuros clásicos y paganos, juegos de adolescentes filandesas, calideces mediterráneas y un, a natural woman.
He tenido la ocasión de conocerlas en plena faena. Unas sesiones de asesoramiento vocal y de puesta en escena con motivo de su participación en La Noche Blanca de Bilbao de este año que tiene como tema "Desde las raíces". Un domingo de finales de mayo lluvioso a mares, un estudio industrial, y ellas van llegando cargadas de bolsas con el vestuario, algún instrumento, comida (por cierto, a veces, en ensayos también se reúnen y cocinan y charlan). Se mueven van de un lado para otro preparandolo todo en un movimiento que parece obedecer a un orden caótico y, sin que nadie diga nada, como el agua enredada entre las rocas y las ramas de un río que vuelve a la corriente, confluyen todas en el centro de la sala y comienzan a trabajar la voz. Todo en un movimiento fluido, fácil. Y así transcurre la jornada de siete horas de ensayo entre risas, sorpresas, juego y escucha. Una delicia trabajar con ellas. Y desde aquí, les deseo que sigan creciendo desde las raíces que les dio origen; disfrutar cantando y transmitir ese disfrute a quienes les escuchan.